30 enero 2006

Codex Calixtinus

Estos son algunos fragmentos del Codex Calixtinus, la guía de viaje del Camino de Santiago de tiempo ha.

Habla de los castellanos así:

Después de su tierra, pasados los Montes de Oca, en
dirección a Burgos continúa el territorio español con
Castilla y Campos. Es una tierra llena de tesoros, de
oro, plata, rica en paños y vigorosos caballos,
abundante en pan, vino, carne, pescado, leche y miel.
Sin embargo, carece de arbolado y está llena de
hombres malos y viciosos.

Y de los gallegos así:

Viene luego la tierra de los gallegos, pasados los
confines de León y los puertos de los montes Irago y
Cebrero. Es una tierra frondosa, con ríos, prados, de
extraordinarios vergeles, buenos frutos y clarísimas
fuentes; pero escasa en ciudades, villas y tierras de
labor. Es escasa en pan, trigo y vino, pero abundante en
pan de centeno y sidra, bien abastecida en ganados y
caballerías, en leche y miel, y en pescados de mar
grandes y pequeños; rica en oro, plata, telas, en pieles
salvajes y otras riquezas, y hasta muy abundante en
valiosas mercancías sarracénicas. Los gallegos son el
pueblo que, entre los demás pueblos incultos de
España, más se asemejan a nuestra nación gala, si no
fuera porque son muy iracundos y litigiosos.

De los vascos comentan que:

Gastan, en cambio, unos mantos
negros de lana que les llegan hasta los codos, con orla,
parecidos a un capote, y a los que llaman sayas. Como
se ve, visten mal, lo mismo que comen y beben también
mal, pues en casa de un navarro se tiene la costumbre
de comer toda la familia, lo mismo el criado que el amo,
la sirvienta que la señora, mezclando todos los platos
en una sola cazuela, y nada de cucharas, sino con las
propias manos, y beben todos del mismo jarro. Y
oyéndoles hablar, te recuerdan los ladridos de los
perros, por lo bárbaro de su lengua. A Dios le llaman
urcia; a la Madre de Dios, andrea Maria; al pan, orgui; al
vino, ardum; a la carne, aragui; al pescado, araign; a la
casa, echea; al dueño de la casa, iaona; a la señora,
andrea; a la iglesia, elicera; al sacerdote, belaterra, que
significa bella tierra; al trigo, gari; al agua, uric; al rey,
ereguia; y a Santiago, iaona domne iacue.
Son un pueblo bárbaro, diferente de todos los demás
en sus costumbres y naturaleza, colmado de maldades,
de color negro, de aspecto innoble, malvados,
perversos, pérfidos, desleales, lujuriosos, borrachos,
agresivos, feroces y salvajes, desalmados y réprobos,
impíos y rudos, crueles y pendencieros, desprovistos de
cualquier virtud y enseñados a todos los vicios e
iniquidades, parejos en maldad a los Getas y a los
sarracenos y enemigos frontales de nuestra nación gala.
Por una miserable moneda, un navarro o un vasco
liquida, como pueda, a un francés.
Sin embargo, se les considera valientes en el campo de
batalla, esforzados en el asalto, cumplidores en el pago
de los diezmos, perseverantes en sus ofrendas al altar.
El navarro, cada vez que va a la iglesia, ofrece a Dios
pan, vino, trigo, o cualquier otra ofrenda.